VIDA DE ADULTOS Y VIDA DE NIÑOS

¿Cómo logro equilibrio y reconocer la sincronicidad entre mi paz interior, el trabajo, la salud, las finanzas personales, las relaciones interpersonales y al mismo tiempo vivir la vida como lo hacen los niños? ¿En qué momento olvidé el secreto para enfocarme en el presente, crear mi futuro desde ahí y soltar el pasado definitivamente?

Resulta muy interesante para quienes hemos tenido la fortuna de ser padres, analizar cómo en la actualidad, en muchos escenarios, se establece que los niños son “hiper activos”, que tienen “problemas de atención o concentración”, que son rebeldes o no aceptan instrucciones, ante lo cual se establecen ciertas “medidas profesionales” con el fin de que puedan “aconductarse” o adaptarse a sistemas rígidos preestablecidos. Al respecto, vale la pena reflexionar sobre la importancia de los cambios que ellos están experimentando en tiempos nuevos y sobre todo, que los adultos estamos experimentando, sin tener siempre consciencia de ello o la información adecuada sobre como afrontar estos cambios. Nuestros niños del planeta han venido llenos de nueva información, de nuevos retos incorporados en su genética, como catalizadores de muchos cambios y que aprenden y nos enseñan permanentemente.

Sin embargo nosotros, como adultos, también estamos afrontando estas nuevas experiencias con y frente a ellos y resulta muy satisfactorio empezar a construir juntos desde premisas ajenas a la ansiedad o las preocupaciones que las estructuras antiguas nos han impuesto.

El objetivo del entrenamiento personal del coaching de vida, en cualquier nivel, es ayudar a tranquilizar, a calmar, a canalizar la energía que se pierde por incomprensión de procesos sicológicos del individuo, hacia fines positivos, estimulando creatividad, mayor poder de atención y una comunicación más eficaz con el entorno. La armonización de la energía física, emocional, mental y espiritual genera en adultos y niños paz, generosidad, responsabilidad y alegría en el trato con los demás seres del entorno que les rodea (minerales, animales, plantas, seres humanos e incluso seres mágicos que nosotros como adultos olvidamos hace tiempo), que reaccionen con tranquilidad a las dificultades del día a día y apoyen a sus padres en el proceso conjunto de aprendizaje.

Se nos olvidó ser niños... Antes que super humanos, seamos humanos y el primer paso es simple: ser niño.

Ya hay alguien que confía en ti, yo. Únete a mí y seamos dos... Yo te ayudo


La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer...

Qué difícil se ha vuelto confiar... Y todo porque creemos aún que confiar es creer, cuando en realidad confiar es saber y más que saber, saber hacer. Ah! Qué arte...

Y quién nos enseñó a confiar cuando pequeños?

Recuerdo que un día mi padre me visitó en el consultorio para que charláramos de la vida. Hace mucho no lo hacíamos, realmente desde que yo era un niño. Por esos días la situación familiar era tensa, difíciles las relaciones. El quería que yo regresara... Yo me negué, no soportaba algunas cosas del ambiente y mi rebeldía natural no me permitía ceder. Sólo me dijo al final de nuestra pequeña charla: - habló con voz pausada, tranquila, como aquellos seres que no le deben nada a nadie, libres de condicionamientos -... - le dije.

Él simplemente se quedó mirándome con una sonrisa y después de algunos segundos de silencio, me dijo: ... Luego me dio un beso y se fue...

Me gusta recordar esta historia de esta manera, aunque es la primera vez que la comparto. Supe que le respondí lo que no me preguntó (soy hábil para eso), como suele sucedernos muchas veces... Sin embargo, jamás volví a hablar con él.

Cuando se fue de este plano, supe en mi corazón que la confianza tiene que ver con el reconocimiento de lo que es y que mi padre trató de darme ejemplo de eso en cada detalle, en cada momento, desde que me soltó en la bicicleta y rodé autónomo, hasta aquel día en que yo le dije que creía en él. Sin embargo no fui capaz de confiar, de simplemente hacer una pausa mental, para abrir el corazón y ver lo que hay, de valorar lo que hay, de agradecer lo que hay, de usar lo que hay. Tengo un cuerpo físico, una mente maravillosa y una profunda capacidad de sentir. La confianza tiene que ver con el reconocimiento de lo que es, no con la suposición ni con creer en lo que no se ve. Comprendí que la verdadera FE está en la certeza, en la verificación. Para confiar, primero hay que abrir los ojos y ver, pues no se puede reconocer lo que no se ve. Confiar es el primer paso para trascender las limitaciones, confiar en que lo que está sucediendo tiene propósito, en que esta vida está ordenada y diseñada para que todos seamos maestros y alumnos recíprocos... Gracias Viejo, donde quiera que estés... (Touching Softness)